¿Qué forma le darías a la cabeza si tuvieras que dibujarla?
De entrada, no sé dibujar, pido disculpas por la aberración
gráfica que he engendrado y situado unas líneas más abajo; lo cierto es que me
siento más cómodo cuando desenfundo un bolígrafo con la finalidad de escribir o
describir, pero si tuviera que ilustrar una cabeza, sin duda, dibujaría un
embudo.
No hay nadie que se haya muerto por no tener un embudo a
mano (y ¡atención! ahora hablo llanamente de las virtudes del embudo,que nadie entienda que el ser un descerebrado no sea un problema). Solo digo que quizás
estéis de acuerdo conmigo si os digo que tal instrumento facilita en gran
medida ciertas actividades, sobre todo cuando se trata de transvasar líquidos…
pero resulta que no siempre hay uno a mano.
Su función principal es convertir algo extremadamente
abundante, desordenado y que incluso podría acabar en caos según se gestione,
en algo concreto, claro y delimitado. Vamos, que funciona como una cabeza, ¿no?
En la parte superior de una cabeza, conocida como mente, es
donde se encuentran los pensamientos. Suelen ser numerosos y se organizan de
forma abstracta, aleatoria y, en ocasiones, son incomprensibles.
Tal cantidad de pensamientos puede llegar a ser difícil de
gestionar; es como el agua que podrías tener en una de esas inmensas garrafas
de 8 litros y que te interesa pasar a tu práctica y cómoda cantimplora: si no
usas un utensilio adecuado, quizás consigas llenar la cantimplora, pero muy
posiblemente lo habrás logrado a base de desperdiciar y derramar gran cantidad
de agua por toda la pica.
Por suerte, y volvemos con las cabezas, solo un poco más abajo
del espacio que ocupa la mente, hay un orificio o apertura que recibe el nombre
de boca. A través de este orificio solo puede salir un pensamiento por tiempo,
no hay cabida para más. La boca no tiene esa capacidad tan abstracta de la que
disfruta la mente, aunque, no nos engañemos, la incomprensibilidad es en
ciertos especímenes una característica común entre boca y mente.
De todas
formas, y volviendo a los beneficios que aporta la boca a la mente, solo es
posible verbalizar los pensamientos de uno en uno, así que una vez has colado
todos tus pensamientos, lo que obtienes es algo así como la descripción de tus
problemas, o, sin ser tan pesimistas, el discurso más o menos ordenado de
aquello que tienes en la cabeza.
Está claro que si no usas un embudo no se acaba el mundo, o
si no verbalizas lo que te pasa por la cabeza, tampoco te vas a morir, pero hay
una gran diferencia entre hacerlo o no.
¿Y tú? ¿Cuelas tus pensamientos?