Después de unas más que
considerables vacaciones, hace cosa de unas semanas que he vuelto a la que
llaman ciudad del amor. Parece que la bella urbe está al corriente del ligero
resquemor que le tengo y ha decidido obsequiarme con unos deliciosos días de
sol, de esos en que los rayos del astro rey cumplen su función de calentar y
dar brillo sin abrasar ni hacer transpirar. Visto el buen gesto que la ciudad
ha tenido, no he podido evitar darle las gracias en forma de un dulce paseo en
el que me he dejado fundir por entre algunas de sus calles más secretas y estrechas,
pero no por ello menos concurridas.
A París se la conoce
también como una de las grandes capitales de la moda, y sin duda alardea de
ello. Es fácil quedarse atrapado observando la belleza de los múltiples
escaparates que decoran la ciudad con sus coloridas prendas que avisan de la
prematura llegada de la primavera (estoy seguro de que en España ©Elcorteinglés
ya hace tiempo que la anunciaba a bombo y platillo...).
Pero hoy algo me ha
llamado la atención y me ha sacado del habitual estado de trance en el que
entro cuando paseo. Es posible que os parezca una gran tontería, pero me he percatado
de que había muy poco gris en esos escaparates. En esta ciudad es muy habitual
ver a los parisinos vestir con prendas oscuras que justamente les otorgan ese
aire tan elitista y elegante del que presumen. También es inevitable ver
colores que la ciudad de las luces se encarga muy bien de hacer brillar pero, ¿qué
pasa con el gris?
Posiblemente sea un color
poco aceptado socialmente. En la psicología de los colores, y entre otras
cosas, el gris simboliza la ausencia de energía, tristeza, duda, melancolía…
Sí, la verdad es que no invita a lucirlo con orgullo, pero a mi parecer el gris
tiene mucho que aportar, como equilibrio.
¿Qué pasa con el equilibrio?¿Cuál es su lugar?¿Qué cabida tiene el gris entre el elegante negro y los alegres colores? Resulta que entre el exceso de los extremos, entre el “o todo negro o todo blanco”, se
encuentra la escala de grises, quizás una oferta poco arriesgada
para algunos pero altamente equilibrada para otros.
Pero, sin duda, el gris
pasa desapercibido con facilidad, tal es así que nos lanzamos a los extremos
sin pensar en cual debería ser el límite: ¿cuál debería ser la justa medida de
nuestras experiencias vitales? Sé que me cuesta ir al grano pero voy a ilustrar
claramente a lo que me refiero:
Pensad en un frasco de perfume. Uno de esos frascos que son casi obras de
arte en sí mismos y que hacen apetecible su contenido sin necesidad siquiera de
destaparlo.
Visualizad uno de esos frascos que parecen dotar de exclusividad y
gran personalidad a la persona que decide rociar su piel, impregnando así el
mayor órgano de nuestro cuerpo de un olor exquisito.
Pensad simplemente en un
frasco irresistible a los ojos.
Imaginad ahora que, por fin, lo destapáis y os dejáis embriagar por el
delicioso aroma que asciende suavemente por la apertura del frasco y que penetra con delicadeza en vuestras fosas
nasales.
Es una sensación estremecedora. En tan solo unos segundos el cuerpo
atraviesa una experiencia sublime que roza lo religioso. Esos segundos bastan
para que el organismo entero se retuerza de placer.
Pues bien, ahora imaginad que en ese estado de éxtasis inducido se te ocurre
llevar la experiencia sensorial al extremo, al límite, y bebes del frasco.
Resulta sorprendente como
una escena tan apetecible, que juega a ser erótica, se convierte de golpe y sin remedio en algo abominablemente desagradable. Se podría decir que se
cruza una línea tan estrecha como la que separa el amor del odio, una línea que
separa lo celestial de lo infernal, una simple línea, un simple paso que va del
acertado equilibrio al descompensado extremo.
Pues eso es lo que me
aporta, y me recuerda, el color gris. Esa fina raya que se mantiene dentro del
margen del equilibrio y que permite disfrutar al 100% y de forma adecuada de
todos los frascos de perfume que se cruzan en nuestro camino, y sin necesidad
de cruzar la línea del sufrimiento.
La pregunta quizás es
¿Qué te hace beber del frasco? ¿Qué te lleva al sufrimiento del extremo?
Sé gris, sé equilibrado.
Ets un geni de les paraules! Llegir-te és visitar el museu de l'expressió...Pots escriure rius de tinta i no fer perdre l'emoció ni l'atenció dels teus lectors, però saps què és el millor: que el que escrius és fruit de la reflexió i el pensament i provoca a qui ho llegeix el mateix efecte, la reflexió i el pensament. Els límits...fonamentals, la línia entre el que pot ser un festival d'emocions i percepcions i el més desagradable dels "regustos". Creuar a l'altra banda té un preu. El dissenyador dels envasos de perfum els ha fet per contenir flaires que captivin i la funció del perfum és penetrar les narius no treure la set. T'estimo i el teu talent no deixa de sorprendre'm. La teva germana, la teva fan nº1.
ResponderEliminarQuina il·lusió que em comentis al blog! haha Això està supermort! T'has hagut de fer compte i tot?? haha t'estimo!
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