domingo, 17 de marzo de 2013

La vida no son cuatro días


Me gustaría saber quién fue el primero que dijo que la vida son cuatros días y que me explicara cómo llevaba las matemáticas, porque a mí no me salen las cuentas; será porque soy de letras... (Siempre me ha gustado usar esa frase, exime mis carencias en cálculo mental, no tengo ni que dar explicaciones a nadie por el hecho de que sigo usando los deditos para calcular el cambio que me debe la panadera).

Sea como fuere, la vida no son cuatro días. Permitidme que me tome la licencia de repasar algunos datos:

Según The world Factbook (y leed bien, que pone FACTbook, no FACEbook), que es algo así como un recopilatorio de la CIA con datos fríos y objetivos sobre distintos países (ahí va el enlace para los poco crédulos: https://www.cia.gov/library/publications/the-world-factbook/fields/2102.html), la esperanza media de vida hasta 2012 en España era de 81,27 años; donde la esperanza media de vida de las mujeres está algo por encima de la de los hombres (84,47 años M vs. 78,26 H).

Teniendo en cuenta que un año son 365 días y que, yo por ser hombre, tengo una esperanza media de vida de 78,26 años, mi vida, aproximadamente, no serán cuatro días, serán 29.663,55 (tranquilos, he usado la calculadora, ¡No hay dedos a contar eso!), un cálculo que no tiene en cuenta los años bisiestos, lo que añadiría al contador de mi vida un día más cada cuatro años; pero contar eso ya se me hace difícil hasta con calculadora.

Partiendo de esa base, no de la que me cuestan los números, sino de la que dice que la vida promedia de un español es de casi 30.000 días, ¿Por qué empeñarse en reducirla a 4 y tener que vivir rápido y por encima?

Hay una cita que expresa mucho mejor lo que quiero explicar y que además me encanta. Se encuentra en un libro casi tan odiado como querido, pero del que nadie debería poner en tela de juicio la sabiduría o las enseñanzas que en él se hallan. Efectivamente, hablo de la Biblia, concretamente de Eclesiastés 3: “Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora”.

Imagino que a estas alturas ya habréis captado mi mensaje. Tengo la sensación de que con frecuencia nos empeñamos a vivirlo todo al máximo, con gran intensidad, que está muy bien, pero el problema está cuando vivimos como si no hubiera un mañana, porque resulta que el sol siempre acaba saliendo, y pone luz sobre todo lo que hiciste ayer. Vivimos con celeridad, apresurados, rápidamente, sobretodo rápidamente,  antes de que se acabe… ¿Antes de que se acabe el qué?

Así lo veo yo: La vida no son cuatro días, la vida, ¡Gracias a Dios!, son muchos días en los que vamos a tener tiempo para todo. No apreciaríamos igual los momentos de felicidad si antes no hemos tenido tiempo para llorar un poco. No sabríamos disfrutar de los momentos de bienestar si nunca hemos pasado dificultades. O puede ser que atravieses un mal momento, pero debes saber que eso solo será durante una determinada fracción del total de los días de tu vida. Ve con cuidado, no te acomodes, porque también se puede aplicar la fórmula al revés.

No se nace aprendido, pero tienes toda una vida para aprender. No te avances, todos los cursos de la vida son necesarios, no dejes que la prisa te lleve a un curso para el que no estás preparado para afrontar. Todo tiene su momento, todo tiene su tiempo.

Tengo 8.120 días de edad. Aún me quedan algunos miles de días por vivir. No me digas que  me de prisa y que viva sin profundidad, porque la vida no son cuatro días. 

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